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La gente del mundo ha estado viviendo en un momento único y peculiar de la historia. No por elección, el mundo se ha ralentizado y, en muchos casos, se ha estancado. Las personas han tenido semanas para: reevaluar sus prioridades, aprender cómo (y a quién) amar (a menudo desde muy lejos) y expresar ese amor de una manera nueva, aprender a reducir la velocidad (porque seamos sinceros, el mundo se ha convertido en un Lo quiero / lo consigo / lo hago ahora cultura), y sobre todo descubrir lo que es más valioso para ellos. No se equivoquen, el trabajo, los ingresos, la escuela, la socialización, todas estas cosas son importantes y vitales no solo para las economías y culturas locales, sino también para las globales, así como para las etapas políticas.
Sin embargo, en este momento increíblemente inusual, a la gente se le ha dado un regalo. Un regalo para poder no solo saber lo que valoran, sino extrañarlo, apreciarlo, abrazarlo. Quizás ese sea el momento con la familia. Perder a miembros de la familia o tener que pasar un rato divertido en familia con ellos es una forma garantizada de recordarle lo que más